Esta era y sigue siendo la intención del ingenioso Stephen Hawking en su incesante búsqueda de una teoría que englobara la dinámica del universo. Es considerado uno de los físicos teóricos más brillantes desde Albert Einstein. Su trabajo donde intenta hacer retroceder el “reloj” a los orígenes del universo (“Del Big Bang a los agujeros negros”) alborotó el campo de la cosmología. Sus recomendadísimas obras como “Una breve historia del tiempo (1988)”, “El universo en una cascara de nuez” (2001) y “El gran diseño (2010)” ayudó a acercarnos la ciencia. Estudió Ciencias Naturales en la Universidad de Oxford y después se trasladó a Cambridge para iniciar su doctorado en cosmología. Ha sido galardonado con numerosos premios a lo largo de su carrera, como por ejemplo “la Orden del Imperio Británico (1982)”, “el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia (1989), entre otros. Así como en 1979 aceptó la Cátedra Lucasiana de Matemáticas de la Universidad de Cambridge, el puesto que ocupó una vez Isaac Newton.
Ciencia contra mercado: la visión del VIH en Dallas Buyers Club
Billy Wilder decía que si el cine consigue que un individuo olvide por unos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces éste ha alcanzado su objetivo. Supongo que la película que os sugerimos ver en este artículo logra mucho más que una distracción, quizás, más nos dirige a hacer pequeños nuestros problemas, a pensar con otro enfoque. A veces es necesario retroceder un paso para ver las cosas con perspectiva, y esta película puede ayudarnos a ello, si la miramos con la máxima delicadeza posible.
«Her»: Una película con sabor a Julio Verne
El título que he tomado la caprichosa libertad de poner al siguiente artículo es para hacer referencia a una película catalogada como ciencia ficción, que parece vislumbrar los pasos que siguen el desarrollo tecnológico humano.
Una película con fondo: ¡Olvidate de mí!
Titulada en su origen estadounidense “Eternal sunshine of the spotless mind”, traducida literalmente como “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”. A mí particularmente me gusta este original título, no sólo por su atractiva intrincada semántica, sino porque además, invita al espectador a ir generando “posibles” argumentos.