La química del amor es una expresión correcta, ya que en las reacciones que suceden ante esta emoción, hay electricidad (sinapsis) y hay química (hormonas y neurotransmisores), que hacen que una pasión amorosa controle nuestra vida y expliquen buena parte de los signos del enamoramiento. Así pues, podemos descomponer el amor en cuatro fases en función de sus respectivas sustancias neuroquímicas:
- Atracción: la atracción física y sexual que se obtiene mirando a alguien depende en gran medida de la testosterona y de los estrógenos. Estas hormonas provocan cambios en la respiración, en el latido cardiaco y en el riego sanguíneo que facilita la excitación sexual.
- Enamoramiento: Depende de la feniletilamina, una anfetamina que segrega el cuerpo humano, que activa la secreción de dopamina y noradrenalina, responsables de la sensación de deseo y placer, así como de la oxitocina.
- Dependencia: Predominan sentimientos de apego, seguridad, comodidad y paz, asociados a las endorfinas (similar a la morfina y otros opiáceos). Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, implicando perder la dosis diaria de narcóticos.
- Amor verdadero: La oxitocina es la única sustancia encargada de que el amor se vuelva racional y deje de ser pasional.
Según esto, parece ser que la oxitocina está en el punto de mira de todas las explicaciones del amor. Se libera después del orgasmo en el sistema límbico cerebral, lugar donde sentimos el placer emocional. Además, hace que la pareja se sienta más vinculada y cercana emocionalmente, pero existen diferencias entre sus efectos en hombres y mujeres. Algunos científicos creen que cuando la oxitocina se combina con los estrógenos, la mujer se siente muy cariñosa y conversadora, pero cuando se mezcla con la testosterona, puede provocarle al hombre una necesidad incontenible de dormir, pudiendo dar una explicación científica al mito sobre las diferentes conductas entre hombres y mujeres tras el orgasmo. Sin embargo, podemos tener relaciones sexuales sin enamorarnos, pero si perpetuamos estas relaciones con la misma persona, hay posibilidades de perder la cabeza por alguien a causa de la oxitocina.
Me gustaría terminar, pidiéndonos un lugar para el romanticismo entre tanta precisión biológica. El romanticismo seguirá existiendo en toda su plenitud, sólo que ahora, disponemos de explicaciones científicas a ciertas reacciones físicas y emocionales asociadas al amor.
José L. Fernández Martín
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