A continuación se recoge un interesante fragmento de la Guía Práctica de Bob Stahl y Elisah Goldstein con prólogo de John Kabat-Zinn y epílogo de Saki Santorelli que introduce a una orientación terapéutica novedosa de expansión progresiva en el campo asistencial psicológico. Esta guía recoge un útil protocolo sistemático para afrontar el estrés:
La investigación reciente ha puesto de relieve que el cerebro humano es un órgano que está cambiando de continuo. Y con ello no nos referimos solo a cambios relativos a la función, sino también a su estructura, dependiendo de la experiencia y, en concreto, de la experiencia repetida durante largos periodos de tiempo. El descubrimiento de la plasticidad inherente a la arquitectura y función del cerebro, una cualidad conocida con el nombre de NEUROPLASTICIDAD, implica que lo que llamamos mente da forma a nuestro cerebro y alimenta la transformación de nuestras capacidades intrínsecas, algo que no sólo ocurre durante la infancia, sino a lo largo de toda nuestra vida.
Son muchas las personas, en opinión del Doctor Herbert Benson, Doctor en medicina, pionero en el campo de la medicina cuerpo-mente, que desconocen las estrategias necesarias para enfrentarse adecuadamente al estrés (Benson, 1976).
Hoy en día se recetan unos 5000 millones de dosis de tranquilizantes al año (Powell y Enright, 1990) y los expertos del American Institute of Stress estiman que el coste anual del estrés en los Estados Unidos alcanza -sólo en el ámbito industrial- la colosal cifra de cerca de 300.000 millones de dólares (American Institute of Stress, 2009), un coste que resultaría, si considerásemos el impacto sobre el individuo y la sociedad, mucho más elevado. Todos estos datos subrayan la necesidad urgente de encontrar formas alternativas de enfrentarnos al estrés y la ansiedad.
Comenta el autor: “mientras estuve en el instituto tuve una importante experiencia de aprendizaje que me aportó pistas muy interesantes para trabajar con el miedo y el misterio. Tenía unos 16 años y conducía el Ford Galaxy 1964 de mis padres por la zona de Boston. Era pleno invierno y, de vez en cuando, el coche patinaba por la carretera nevada. Pero, por más que me esforzaba en corregirlo, no lo conseguía, porque giraba el volante en dirección contraria. <<Si quieres mantener el control del vehículo -me dijo mi padre cuando posteriormente se lo conté-, debes de girar el volante hacia el mismo lado que patinas>>, una idea que me pareció una locura, porque creía que tal estrategia no haría sino aumentar los efectos del patinazo. Por eso, las próximas veces que ocurrió seguí insistiendo en girar el volante en el sentido contrario.
El invierno de Nueva Inglaterra siguió su curso, y, un día gélido, un patinazo parecía conducirme directamente al desastre. Sin nada que perder, giré entonces el volante hacia el lado en el que el coche patinaba y me di cuenta asombrado de que la dirección se enderezaba. Luego me pareció que ese día había plantado una semilla de lo que empecé a considerar una metáfora de la vida -en el sentido de que el único modo de superar el miedo, por ejemplo, consiste en afrontarlo-. Y es que, aunque puede parecer muy natural alejarse del miedo y la incomodidad, ese abordaje suele estar motivado por la negación, la aversión, la represión y la supresión: estrategias que rara vez, a largo plazo, conducen al resultado deseado”.
Moisés Bermúdez Hernández
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